La estrategia de Naciones Unidas contra las drogas en los últimos 10 años ha sido un fracaso, expone el reporte del Consorcio Internacional de Políticas sobre Drogas (IDPC, por sus siglas en inglés).

Marie Nougier del IDPC presentará el informe “Balance de una década de políticas de drogas – Informe sombra de la sociedad civil” que evalúa las repercusiones de las políticas de drogas aplicadas en todo el mundo durante los últimos 10 años, utilizando datos de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y complementándolos con estudios académicos revisados por pares e informes de literatura gris de la sociedad civil.

El reporte da cuenta, por ejemplo, que las muertes relacionadas con el uso de drogas han aumentado 145% en la última década, con más de 71.000 sobredosis en Estados Unidos solo en 2017. Al menos 3.940 personas fueron ejecutadas por delitos relacionados con las drogas en el mundo en los últimos 10 años, mientras que redadas antidrogas en Filipinas provocaron unas 270.000 ejecuciones extrajudiciales. En 2017, México tuvo su año con más homicidios jamás registrado debido a los crecientes niveles de violencia relacionadas con las drogas.

Los objetivos y compromisos asumidos en la Declaración Política y el Plan de Acción de 2009 no se han alcanzado y, en muchos casos, se han traducido en políticas contraproducentes. El Informe sombra también plantea una serie de cuestiones sobre la evaluación de las políticas globales de drogas, tanto en el pasado como en el futuro. En primer lugar, el Informe destaca la necesidad urgente de llevar a cabo investigaciones más pormenorizadas y periódicas sobre el abanico más amplio de consecuencias de las políticas de drogas a escala local, nacional, regional e internacional.

En segundo lugar, y relacionado con el punto anterior, el Informe pone en tela de juicio las fuentes de datos que se utilizan actualmente para elaborar las evaluaciones formales, que se basan, en gran medida, en los informes presentados por los Gobiernos.

Para dibujar un panorama más completo y equilibrado de la situación, es imprescindible incorporar a la sociedad civil y estudios académicos. Esto resulta de especial importancia en lo que atañe a temas delicados relacionados con la política de drogas y los derechos humanos.

Y, en tercer lugar, la falta de avances alcanzados hacia el logro de los objetivos de un mundo sin drogas, acompañado de las consecuencias negativas asociadas con las medidas para cumplir dichos objetivos, supone que los Estados Miembros deben reflexionar sobre qué medir. Es evidente que dedicarse de forma exclusiva a medir la escala del mercado ilegal no basta para comprender los efectos de la política de drogas en los compromisos fundamentales que asume la Carta de la ONU con respecto a la salud, los derechos humanos, el desarrollo, la paz y la seguridad. La tercera sección del Informe sombra pretende ofrecer algunas recomendaciones que esperamos que brinden un punto de partida útil para seguir debatiendo qué objetivos y sistemas de medición se podrían estudiar para la estrategia mundial de drogas a partir de 2019.

Resumen ejecutivo disponible en español aquí.

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