Discurso de Inauguración de la Conferencia
Graciela Touzé, presidenta de Intercambios Asociación Civil, organizadora de la IV Conferencia

 “Queremos promover un debate y hacer uso del derecho democrático a disentir con los discursos y las prácticas dominantes en el campo de las drogas.

Estamos en un momento propicio, en el que numerosas y calificadas voces se alzan a lo largo y a lo ancho de nuestra América Latina, reclamando la transformación de esta realidad y atreviéndose a propuestas renovadoras”.

Con estas palabras inauguró Graciela Touzé, presidenta de Intercambios,  la IV Conferencia Latinoamericana sobre Políticas de Drogas.

A continuación se reproduce el discurso completo:

(Bogotá, 5/12/12; 11hs) Con gran alegría estamos hoy inaugurando esta IV Conferencia Latinoamericana sobre Políticas de Drogas. Con gran alegría y también con un sentimiento claro de la responsabilidad que este espacio implica. Responsabilidad de aportar a la construcción colectiva de mejores respuestas a un problema global que se expresa con características particulares en nuestra realidad regional.

Iniciamos este desafío hace cuatro años en Buenos Aires, cuando enunciamos la finalidad de las Conferencias Latinoamericanas sobre Políticas de Drogas:

• Propiciar un debate social informado con el objetivo de impulsar políticas no punitivas, fundadas en evidencia científica, que respondan y atiendan los diversos problemas asociados con las drogas.
• Generar un intercambio a nivel regional entre académicos, decisores políticos y sociedad civil, a fin de mantener actualizado el mapa sobre el consumo de drogas, problemas relacionados, políticas e intervenciones en la región.

Dos objetivos que, testarudamente, mantuvimos en la segunda edición en Río de Janeiro, el año pasado en México, y que reiteramos este año en Bogotá, con la certeza de que avanzamos hacia su logro, pero también sabiendo que aún falta mucho camino por recorrer.

Queremos promover un debate y hacer uso del derecho democrático a disentir con los discursos y las prácticas dominantes en el campo de las drogas. Y queremos hacer uso de ese derecho con la intención de transformar una realidad que nos incomoda y nos duele.

Nos incomoda y nos duele que en nuestros países muchos sean perseguidos y castigados por bastante poco, en tanto son muy pocos los que reciben castigo por el mucho daño que provocan.

Nos incomoda y nos duele que pese a las numerosas declaraciones y recomendaciones acerca de la necesidad de adoptar un enfoque integral de salud pública a los problemas asociados al consumo de drogas, los sistemas de salud latinoamericanos todavía estén lejos de garantizar la disponibilidad, accesibilidad, aceptabilidad y calidad de los servicios para los usuarios de drogas.

Nos incomoda y nos duele que los esfuerzos para reducir los circuitos vinculados a la producción, fabricación y comercialización de sustancias ilegales estén más atravesados por la matriz bélica de eliminar al enemigo que por la voluntad de contribuir al desarrollo en la región más inequitativa  del planeta.

Nos incomoda y nos duele que los costos y beneficios de la así llamada “guerra contra las drogas” se distribuyan de modos diferentes entre los países desarrollados y emergentes, entre las regiones centrales y periféricas. En este injusto reparto, que evidencia desigualdades pre existentes, a América Latina le toca una especial carga de violencia e inseguridad.

Nos incomoda y nos duele que las personas que usan drogas ilícitas continúen enfrentando situaciones de discriminación, rechazo y violencia, que vulneran sus derechos más elementales.

Esta incomodidad y este dolor merecen que revisemos nuestras posiciones, que reflexionemos sobre nuestras prácticas, que interpelemos nuestros saberes, para construir una alternativa más eficaz y sobre todo, más humana.

Estamos en un momento propicio, en el que numerosas y calificadas voces se alzan a lo largo y a lo ancho de nuestra América Latina, reclamando la transformación de esta realidad y atreviéndose a propuestas renovadoras.

Es en este espíritu que se inscribe esta IV Conferencia, pensada como un mecanismo de participación social que aporte a la construcción de lo público entre el Estado y la sociedad. Creemos en la participación social como paso clave para alcanzar formas más democráticas de hacer política, y estamos convencidos que en materia de políticas de drogas, el debate se torna esencial para orientar lo que hacemos en la dirección de reducir la desigualdad y fortalecer el respeto por los derechos humanos.

 

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