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Entrevista exclusiva al Comandante de la Unidad de la Policía Pacificadora de Río de Janeiro, Brasil

“El enfoque represivo provocó un crecimiento absurdo de las muertes violentas”

Antes de su participación en la III Conferencia Latinoamericana sobre Políticas de Drogas, que lo tendrá como disertante en el panel sobre “Drogas, seguridad y derechos humanos”, el funcionario brasileño explica algunas particularidades de la función de la unidad que dirige y expresa su opinión acerca de cómo debe enfrentarse el problema del narcotráfico y la violencia.

- ¿Cuál es el balance de la tarea de la UPP en Río de Janeiro hasta el momento?

- Es un comienzo positivo. Los eventos que reflejan el crimen violento arraigado en esta comunidad y sus alrededores, como el asesinato y el robo, por lo general se han reducido drásticamente, tendiendo a cero; territorios antes ocupados por grupos de delincuentes fuertemente armados, son recuperados por el Estado, lo que permite la llegada de servicios, dando inicio al proceso de rescate de una deuda social acumulada durante décadas. La investigación ha demostrado un aumento de la percepción de la legitimidad de la acción policial y del Estado. Sin embargo, hay mucho por hacer. El programa está abierto a incorporar los conocimientos adquiridos con estas nuevas realidades que se desarrollan a partir de la aplicación de la UPP.

- ¿Cuáles son los principales desafíos que enfrenta dentro de las favelas la fuerza que usted comanda?

- Son ambientes degradados y altamente informales, sobre los cuales el Estado a menudo no tiene información precisa y muchas veces no encontramos lugares adecuados para la construcción de nuestras instalaciones, lo que dificulta una logística tradicional. Esto a menudo desalienta a la policía. Sin embargo, sabemos que este laboratorio ha sido muy importante para la mejora de nuestras acciones para las implantaciones posteriores.

- ¿Cómo es la respuesta de los habitantes de esas zonas ante la presencia de una fuerza policial?

- Son muy variadas. En general aprueban, pero cada UPP presenta una realidad distinta. La pacificación no es instantánea, sino un proceso que se consolida día a día. El tiempo depende de muchos factores, tales como la habilidad profesional del comandante y sus oficiales, el tipo de relación que los líderes criminales mantenían con la población local, etc.

- ¿Tiene establecido un límite en el tiempo esa presencia?

- El programa prevé una implementación hasta el  año 2014, con un total de 40 UPP en 175 favelas, con 12.500 agentes de policía. Hoy tenemos 17 UPP con 3.200 policías militares en 68 favelas. A partir de ahí, si se modifican los escenarios que el programa preveía modificar, habrá cambios en las estrategias, contemplando incluso la posibilidad de finalizar el programa.

- ¿Qué aportes se pueden realizar desde el área de Seguridad para el diseño de una política integral de drogas?

- Durante décadas, hemos optado por un enfoque más represivo, basado en la lógica de la guerra contra las drogas, que no ha arrojado resultados interesantes. Fue un período donde hubo un crecimiento absurdo de muertes violentas, incluso de policías. Hemos cambiado el enfoque hacia una estrategia basada fundamentalmente en la prevención, donde la policía se anima a tomar la iniciativa realizando, junto con los jóvenes de estas comunidades pobres, que son las personas más vulnerables, proyectos sociales para prevenir la violencia y el crimen. Hay gran cantidad de proyectos. Existe también una mayor oferta de empleos formales que influirá directamente en ese sector que, sin una intervención social de esta naturaleza, sería probablemente empujado en el mercado de trabajo informal, o peor aún, ilegal.

- ¿Cuál es su opinión sobre las propuestas legislativas de despenalizar la tenencia de drogas para consumo personal?

- En mi opinión, la despenalización no influiría directamente en los objetivos del programa de pacificación, porque las estructuras que producen la violencia continuarían con otros mercados. Esta es la lógica.